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Los israelitas tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo comida a su antojo.
Hablaron contra Dios, diciendo:
«¿Acaso tiene Dios poder suficiente
para preparar una mesa en el desierto?»
Entonces mandó a las nubes en lo alto
y abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos el maná,
les dio como alimento un trigo celestial.
Todos comieron un pan de ángeles,
les dio comida hasta saciarlos.
Hizo soplar desde el cielo el viento del este,
atrajo con su poder el viento del sur.
Hizo llover sobre ellos carne como polvo
y pájaros como arena del mar:
los dejó caer en medio del campamento,
alrededor de sus carpas. |
Mi.XVI-1 |