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Él
hundió en el mar los caballos y los carros.
El Señor es mi fuerza y mi protección, Él me salvó.
Él es mi Dios y yo lo glorifico,
es el Dios de mi padre y yo proclamo su grandeza.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «Señor.»
El arrojó al mar los carros del Faraón y su ejército,
lo mejor de sus soldados se hundió en el Mar Rojo.
El abismo los cubrió,
cayeron como una piedra en lo profundo del mar.
Tu mano, Señor, resplandece por su fuerza,
tu mano, Señor, aniquila al enemigo. |
Vigilia
Pascual - L3
Lu.XVI-1 |