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Yo me refugio en ti, Señor;
¡que nunca tenga que avergonzarme!
Por tu justicia, líbrame y rescátame,
inclina tu oído hacia mí, y sálvame
Sé para mi una roca protectora,
Tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque Tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!
Porque tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud.
En tí me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde el vientre materno fuiste mi protector.
Mi boca anunciará incesantemente
tus actos de justicia y salvación.
Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
y hasta hoy he narrado tus maravillas. |
Dom.IV - C
29/8 - Martirio J:Baut.
Martes Santo |