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Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:
tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste;
allí se estableció tu familia,
y tú, Señor, la afianzarás
por tu bondad para con el pobre.
¡Bendito sea el Señor,
el Dios de nuestra salvación!
Él carga con nosotros día tras día;
él es el Dios que nos salva
y nos hace escapar de la muerte. |
Ma.VII-P. |