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El
Señor es grande y digno de alabanza,
en la Ciudad de nuestro Dios.
Su santa Montaña, la altura más hermosa,
es la alegría de toda la tierra.
La Montaña de Sión, la Morada de Dios,
es la Ciudad del gran Rey:
el Señor se manifestó como un baluarte
en medio de sus palacios.
* Hemos
visto lo que habíamos oído
en la Ciudad de nuestro Dios,
en la Ciudad del Señor de los ejércitos,
porqué Él la afianzó para siempre.
Nosotros evocamos tu misericordia
en medio de tu Templo, Señor.
Tu alabanza, lo mismo que tu renombre,
llega hasta los confines de la tierra;
tu derecha está llena de justicia.
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* Ju.IV-1.
Ma.XII-2. |