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¿Por
qué se amotinan las naciones
y los pueblos hacen vanos proyectos?
Los reyes de la tierra se sublevan,
y los príncipes conspiran contra el Señor y su Ungido:
«Rompamos sus ataduras,
librémonos de su yugo.»
El que reina en el cielo se
sonríe;
el Señor se burla de ellos.
Luego los increpa airadamente
y los aterra con su furor:
«Yo mismo establecí a mi Rey
en Sión, mi santa Montaña.»
Voy a proclamar el decreto
del Señor:
El me ha dicho: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado
hoy.
Pídeme, y te daré las naciones como herencia,
y como propiedad, los confines de la tierra.
Los quebrarás con un cetro de hierro,
los destrozarás como a un vaso de arcilla». |
Lu.II-Pasc |