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¡Mírame,
respóndeme, Señor, Dios mío!
Ilumina mis ojos,
para que no caiga en el sueño de la muerte;
para que mi enemigo no
pueda decir:
"Lo he vencido",
ni mi adversario se alegre de mi fracaso.
Yo confío en tu misericordia:
que mi corazón se alegre porque me salvaste.
¡Cantaré al Señor porque me ha favorecido!.
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Mi.XXX-1 |