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Los que viajaron en barco por el mar,
para traficar por las aguas inmensas,
contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo.
Con su palabra desató un vendaval,
que encrespaba las olas del océano:
ellos subían hasta el cielo, bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo.
Pero en la angustia invocaron al Señor,
y Él los libró de sus tribulaciones:
cambió el huracán en una brisa suave
y se aplacaron las olas del mar.
Entonces se alegraron de aquella calma,
y el Señor los condujo al puerto deseado.
Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres. |
Do.XII-B |