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Hemos
pecado, igual que nuestos padres
somos culpables, hicimos el mal;
nuestros padres, cuando estaban en Egipto,
no comprendieron tus maravillas.
Muy pronto se olvidaron de las obras del Señor,
no tuvieron en cuenta su designio;
ardían de avidez en el desierto
y tentaron a Dios en la soledad.
Olvidaron a Dios, que los había salvado
y había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam
y portentos junto al mar Rojo.
El Señor amenazó con destruirlos,
pero Moisés, su elegido,
se mantuvo firme en la brecha
para aplacar su enojo destructor. |
Mi.XVIII-1 |